El jamón y el aceite de oliva son dos de los grandes productos de la “marca” España. De hecho, junto con el vino, son los más demandados por los extranjeros que vienen y los más cotizados en la exportación de las empresas en China,Japón, Estados Unidos y la India.
Sin embargo, el jamón ha estado más “flamenco” y ha dado un paso hacia adelante para explicar la calidad. Deja atrás el lío de ibérico, cebo, recebo y distintos matices del “pata negra” para sustituirlo por un código de colores. No es más que ponérselo fácil al consumidor para que entienda que el jamón que tiene la etiqueta negra es el mejor. Luego está el de la etiqueta roja y después el que la lleva verde o blanca.
Así un consumidor, cuando tome la decisión de compra, será capaz de pagar más cuando opte por un producto de mayor valor, ya que conocerá, claramente, la jerarquía de la calidad del jamón. El Consejo de Ministros del Gobierno de España le dio el visto bueno, por lo que el nuevo etiquetado ya se ve en las tiendas. Si la etiqueta es negra, el jamón procede de cerdos 100% ibéricos criados en libertad. La roja es de animales que no son 100% ibéricos, pero que vivieron libres. Si tiene color verde, no son 100% pata negra y han vivido en libertad —pero han comido también pienso—. Y si es blanca, ni son 100% ibéricos y se han criado en cebaderos de pienso.
El lío en el aceite. Mientras que el jamón usa los colores para aclarar la calidad, el zumo de aceituna aparece en los supermercados de una forma bastante confusa y, a la par, con unas denominaciones que se usan desde hace más de medio siglo. En Jaén, gracias a la tradición olivarera, al ciudadano de a pie le cuesta menos asegurar que el extra es el mejor aceite y que el refinado se encuentra entre los peores. Pero eso pasa aquí. Siempre que se hace una encuesta en España para ver el conocimiento que tiene el consumidor sobre las calidades, no se tiene tan claro. Y la confusión aumenta cuando se introducen nuevos conceptos, que se ven a diario en los supermercados, como el aceite “suave” o “intenso”, que no son más que las proporciones de una mezcla entre vírgenes y refinados. Encima, el “suave”, que suena hasta más amable, es el que menos vírgenes tiene respecto al “intenso”.
Cuando se sale de España, la cosa se complica mucho más. Suena casi utópico que un chino llegue a una tienda de Pekín y sepa diferenciar las calidades del zumo de la aceituna que ni siquiera están claras aquí. Además, tampoco coinciden las iniciales de virgen extra en español y en inglés, por lo que tampoco vale. Y por si fuera poco, los aceiteros que elaboran alta gama no se sienten reconocidos por los virgen extra y no dudan en recalcar que sus caldos tienen un componente mayor de calidad.
Reacciones. El consejero delegado de Castillo de Canena Olive Juice, Francisco Vañó, tiene muy claro que hace falta otra semántica. “La actual denominación resulta antigua y creo que hace falta diferenciar algunos caldos de elevada calidad de los vírgenes extra normales. Necesitamos sentarnos y debatir por qué hacen falta cambiar. Sin embargo, primero se necesita reconocer una nueva calidad y, a partir de ahí, gestar un código sencillo que ayude al consumidor a diferenciarlos”, manifiesta Francisco Vañó.
El secretario general de la Federación Española de Fabricantes de Aceite de Oliva (Infaoliva), Enrique Delgado, también se muestra partidario de aclarar al consumidor las calidades. “Si el aceite consiguiera lo que ha hecho el jamón sería un paso muy importante. Se nos ha puesto por delante. Solo haría falta un acuerdo por parte del sector para, después, llevarlo al Ministerio, a la Unión Europa y al Consejo Oleícola Internacional (COI). Diferenciar la calidad con una, dos, tres, cuatro o cinco aceitunas, como decía nuestro anterior presidente, Luis Gallardo, podría ser una idea. Da igual como se haga, pero hace falta diferenciar las calidades”, afirma Enrique Delgado. Al sector le gusta la idea del jamón y tiene ganas de poner el debate encima de la mesa.
Fuente: diariojaen.es